lunes, 9 de agosto de 2010

Sobre las relaciones, la realidad y los toros

En esta ocasión, quiero empezar con un experimentillo pequeñillo, requiere de cierto esfuerzo de tu parte, pero verás que tiene sentido. El ejercicio original requiere que saques papel y pluma, y te pongas a escribir, sin embargo; si lo haces en tu mente (aunque sea tantito) será suficiente...

Quiero que pienses en lo que más te molesta de una persona (y espero que pienses más de dos cosas que de verdad te punzen el páncreas)...

Ahora, piensa en aquellas cosas que más valoras de una persona, que la hagan admirable para ti (lo mismo que en el punto anterior)...

Finalmente, piensa en las características más importantes de tu pareja ideal (sí, viájate...)

...

Bueno, si de verdad has echado a volar tu imaginación en los tres puntos anteriores, lo que acabas de hacer es una de las descripciones más fieles de ti mismo(a). Se llama proyección, y es un fenómeno inherente a la psique humana. En términos sencillos, consiste en ver en el otro características, actitudes, defectos, virtudes, sentimientos o cualquier otro atributo propio. El otro no necesariamente tiene que ser un ser humano, mucha gente se proyecta en los animales, en especial, en sus mascotas. Cuando alguien ve un perro en la calle y dice "mira a ese perro... se debe sentir muy solo" adivina quien se siente solo en realidad...

Nuestras proyecciones son responsables en gran parte (junto con algunas cosas más) de las percepciones equivocadas de la realidad. El mundo real es una cosa, la parte que percibes es sólo una mínima porción, y cómo interpretas ésta parte que percibes es una versión distorsionada de la misma. Esto no está mal, es natural, somos subjetivos y parciales, es decir, humanos. Pensar que tu interpretación de la porción de la realidad que percibes es la realidad tal cual es, si es una aberración (una muy popular, por cierto).

Cualquiera que haya tenido una relación sentimental/amorosa/amistosa/compleja/salvaje/otras sabe de lo que hablo. Estas relaciones son lo que yo llamo un "psychological playground". Alguna vez le dije a mi muy amada y hermosa novia: "quieres saber que tan loca está una persona... hazla tu novio(a)". Todos somos unos de lejos y otros de cerca, nos reservamos nuestras actitudes, pensamientos, emociones y manías para aquel que se atreva a acercarse lo suficiente. Tan solo observa a las personas, alguien se puede ver muy tranquilo, pacífico, seguro, centrado y alegre, pero pregunta a quien ha estado en la primera fila en el teatro de su persona y puede que te diga que en realidad y ya de cerca, es medio bipolar, celoso maniático, inseguro, manipulador y berrinchudo. Pero seguramente quien te dice esto, tiene mucho de lo mismo y lo ve acrecentado en el otro (si, se está proyectando).

Por esto, las relaciones son tan complejas, y para su buen desarrollo y dominio se requiere de ciencia, arte y "magia".  Reconocer que la versión de mí que le presento a la sociedad es solo una porción del yo completo, y que la versión que yo veo de ti en realidad tiene mucho de mi verdadero yo, está cabrón. Si te has fijado, la mayoría de la gente dice detestar a la gente hipócrita, (espero que a estas alturas puedas hacer una interpretación adecuada de esta afirmación y otras parecidas) en la mayoría de los casos, el decir esto significa que a esa persona también le cuesta mucho trabajo aceptar que maneja dos versiones de sí misma (como el tipo descrito en el párrafo anterior). 

Posiblemente a esta altura de mi texto pienses: "si, si, todos sabemos que es la proyección y más, ¿a caso ya te volviste psicólogo de revista? ¿copiaste esto de un artículo de Salud y Belleza o Cosmo?"
La respuesta a ambas preguntas es NO (aunque claramente podría tener mi columna en esas revistas o en Selecciones). Y si, entiendo que cuando lees esto, todo parezca obvio (pues muchas cosas en efecto lo son), pero recuerda que sólo estás leyendo, utilizando la metáfora: estás viendo una fotografía del toro.
Cuando tienes al cabrón animal de media tonelada frente a ti y envistiéndote, ahí es donde tienes que capotear como José Tomás y mostrar los mismos co***es y precisamente ahí es cuando nada de esto es obvio y mucho menos fácil. En situaciones de tensión/encabrone/frustración/arranques de lo que quieras/intensidad/etcétera donde al sujeto le cuesta más distinguir entre sí mismo y el exterior, donde es más difícil aceptar que la versión propia de la realidad es sólo eso y que por lo tanto, cualquier otra interpretación igual de subjetiva es tan válida como la propia, y donde es más difícil conciliar a todas las personalidades que llamamos yo.

Y es por esto, chicos y chicas, que las relaciones humanas son tan difíciles. Se trata no de lidiar con otro, sino de lidiar con uno mismo y con la parte más escabrosa de uno (el subconsciente). Se trata de ver la viga en el ojo propio además de la paja en el ajeno, medirse con la misma vara con que uno mide al mundo, ser más que consciente: ser autoconsciente.


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